Expiación. Más allá del fungol

Estoy intentando convencer a mi novia para ir al cine a ver Expiación. No es algo muy propio de mí, habida cuenta que:

• Es un dramón con tintes romanticones. No me gustan ninguna de las dos cosas.

• Es la adaptación de una novela de Ian McEwan, que me cae mal (aunque ahora mismo no recuerdo por qué, creo que algún amigo me comentó algo que había hecho o había dicho o había escrito que me pareció hortera) de un director que en su primera película, Orgullo y prejuicio, ya adaptó otra novela de otra tipa que también me cae mal –por prejuicios-, Jane Austen.

• No voy mucho al cine, y menos entre semana, y menos cuando hay fútbol.

Lo que me tira de la peli es el título: Expiación (dícese del pago o reparación de las culpas mediante la realización de algún sacrificio). Me gusta el palabro. Además, es apropiado para titular la crónica del partido de ayer.

El equipo se redimió de sus pecados de individualismo, soberbia y dejación de sus deberes defensivos. Por una vez, y por ventura sirva de precedente, Mangecster defendió con seriedad, hubo repliegue e incluso se combinó en ataque. Me atrevería a afirmar ante un tribunal del estado de Tennessee que hubo jugadas en las que se llegaron a realizar hasta cuatro pases seguidos. Lo juro por la bota derecha de Iniesta.

El resultado fue 11-1. Un poco engañoso, a decir verdad, porque al descanso nos fuimos 3-1 y patint. Pero un partido contra Mangecster es como una subida al Angliru. O mantienes el ritmo o viene el hombre del mazo y te atiza. Y si te entra la pájara contra Mangecster (antes que de que a Mangecster le entre la pájara) estás muerto: en la reanudación, ritmo constante a lo Miguelón, parcial de 8-0 y para casa.

Peluti: El primer chute a puerta parecía que lo atajaba, pero tropezó, cayó raro y se le escapó la bola mientras él rodaba por el césped como los chinos de Humor amarillo en la prueba de las puertas de papel. Tras el primer traspié, paró bien a su izquierda y con un poco más de dificultad a su derecha. Por arriba blocó bien y por abajo le costó un pelín más. Hablo del calentamiento, claro. En el partido, sólo participó para sacar de puerta. Si hubiésemos tenido de portero a Joselito, no hubiera encajado más de un gol (y además hubiese aportado más glamour, con esos bañadores por el ombligo a lo Valdés).

Toni Kaiser Ramos: Creo recordar que un día me hizo un pase largo que me llegó a los pies como el de Víctor a Llorente. Desde entonces ha intentado 127 más y no ha vuelto a salir. Pero lo bueno es que cada vez que la envía a Pernambuco se mosquea consigo mismo como si lo habitual fuera clavar el desplazamiento en la bota del compañero. En la segunda parte, mucho mejor. Por fin mojó con el equipo. Hasta ahora sólo mojaba en casa y así le va al jefe de su mujer, que se ha chupado 20 meses de baja por maternidad en los últimos 3 años.

Jaume: Éste fue el único que no mojó durante el partido, pero en el vestuario se especula con que probablemente también fuese el único que mojase después del partido. De hecho, de un tiempo a esta parte se especula mucho con las humedades que comparte este jugador con las féminas de la empresa patrocinadora, especialmente con aquellas con experiencia en la expresión oral y en agarrar el mango. Me refiero a las que cogen el teléfono, por supuesto. Se dice que es un Figuera, digoooo…un figura. Habrá que atarle en corto. ¡Código interno ya! O eso o que rulen.

Morancho: Bien, la última crónica le hizo reaccionar. Estaba tan metido en el partido que hasta que el árbitro no pitó el final no se empanó que tenía un colega del instituto en el equipo rival. Así me gusta, concentración.

Edu: Hacía viruji y Tabarcinho temía que nuestro delegado y su señor padre se quedase tieso, así que metió un charchón a la escuadra al minuto dos para calentar en ambiente. Malo. Cuando tiene la tarea cumplida nada más empezar, el riesgo a que se ponga a sobarla es elevado. Además, ahora ha perdido una de sus mejores virtudes, el remate de cabeza. Resulta que alguien se ha corrido en su pelo (a eso le llaman glamour en San Roque) y por no despeinarse ya no le da con la testa. Para algo que servía…

Borja: Cuando a media tarde se conecta al messenger y te dice “jo vinc” es que tiene ganas de jugar. No falla. Lástima que no pase muy a menudo. Ayer, en su primera intervención saliendo del banquillo, intentó un centró y la coló adentro. Y la potra le acompaña ya no hay quien le pare. Va de un subido que ni Danny Zuko en Grease. Al final 4 goles… y a medio gas.

Queco: En los primeros minutos corrió como un pollo sin cabeza, pero después de descansar y analizar desde el banquillo la dinámica del juego, entró y resolvió el envite con cuatro órdenes, intimidación al referee incluida. Un grito al árbitro a tiempo es una victoria. El resto no lo entienden porque no dominan la faceta psicológica del fútbol (de hecho, no dominan ninguna otra faceta del fútbol), pero la autoridad hay que ganársela de muchas maneras. Aprended, mentes candorosas. Dejó las gotas de talento para el final: dos golitos de su inimitable sello.

Ventanilla: El chavalito está en forma y lo sabe. Por eso, cuando se mide a un defensa con hechuras que no le son del todo desconocidas (pues no hace tanto tiempo él era miembro honorífico del consejo de administración del club del michelín), se crece. Ayer sólo metió un par, y lo que es más extraño, sólo se chupó un par más. Poco para lo que en él es habitual. Ya ni siquiera me contesta cuando le recrimino que no me devuelva una pared. De hecho, ni me mira. Pero me oye. Y aprende. Por eso mejora. A veces.